KALLAWAYAS EN EL TIEMPO Y EN LA DANZA








Por. Fuster Alfredo

La situación que hoy pone de rodillas al mundo me hace reflexionar sobre las epidemias que llegaron al altiplano, como se sabe, Puno ha soportado azotes como el tifus y la viruela; allá por la década de los 30; años en que destacó uno de los ilustres personajes puneños, el doctor Manuel Núñez Butrón declarado "Pionero de la atención primaria en el mundo", quien en una labor admirable viajaba a las mismas comunidades como médico itinerante y experto en salud pública.

Su acercamiento a los pueblos nativos y el gran respeto por la cultura trajo importantes aportes, como el hecho de combinar sus conocimientos científicos con los de la medicina ancestral que practicaban las comunidades mediante los yatiris, pacos o los tan conocidos herbolarios kallawayas.

Aquellos años donde la enfermedad del tifus y la viruela atacaban los andes y se volvían incontrolables, fue clave el trabajo que realizó Núñez Butrón fundando el movimiento social al que llamó “Rijchari”, con el cual logró realizar campañas con ayuda de otros grupos existentes como los adventistas en Puno los cuales lograron controlar la epidemia. 

La huella dejada en la historia de aquellos maestros herbolarios es la danza de los chunchos Callahuayas (extinta) o la de los kallawayas de Cuyo Cuyo en Sandia (en proceso de extinción) como la huella existente de estos curanderos que procedían del Charasani (actual Bolivia) y que desde épocas antiguas cumplían un servicio especial sobre todo en el incanato, aquellos sabios conocedores de las hierbas tropicales y de propiedades aún desconocidas para la ciencia moderna eran los que asistían a la nobleza incaica, en aquellas épocas la nobleza y el inca sólo permitieron que estos mágicos personajes puedan hacerse cargo de su salud tal y como lo menciona el Inca Garcilaso de la Vega en sus “Comentarios Reales de los Incas” también señala que el soberano hablaba con maestros que dominaban el “ajallu” y que se comunicaban en el dialecto secreto que sólo era practicada por la jerarquía superior; según Cerrón Palomino esta lengua secreta sería nada menos que el puquina.

De los kallawayas también se sabe que en 1914 viajaron hasta Panamá donde se construía el famosa canal, aquel viaje duró un aproximado de cuatro meses de recorrido y fue con el fin de ayudar en la curación de los trabajadores que sufrían de malaria y que ya se contaban por miles los muertos a causa de este mal, aquello se pudo lograr gracias al uso de la corteza del árbol de la quina, aquel que crece en el Perú y de donde se extrae la quinina que posibilitó una eficaz cura para los enfermos de este mal, desde luego estos secretos lo sabían los curanderos kallawayas debido a su amplio conocimiento de las plantas y raíces medicinales.

La sabiduría y herencia de aquellos curanderos habría quedado en los pueblos y descendencia que dejaron, tal es así que el antropólogo Gustavo Aguilar N. hace referencia del poder y los secretos de los Unkachus (Unkakos) y el pueblo de Pacaje como los descendientes de aquella cultura Puquina por el enorme conocimiento que se exponen en sus prácticas rituales y la manipulación de la medicina tradicional en los que se destacan también aspectos mágicos que manipulan con destreza sobre todo los más antiguos y experimentados guerreros Unkakos.

De la danza de los kallawayas se ha escrito muy poco, menciones existentes las encontramos en el libro de José Portugal Catacora, quien señala que Callahuaya deriva de una voz compuesta definiendo la palabra Qolla-Huayo que quiere decir Medicina - Jalar que se entiende como aquel que jala o lleva medicinas.

Con el tiempo se fueron recreando expresiones en alusión a estos personajes ancestrales, tal es así que aparecerían en ciudades como Puno y Juliaca incluidas entre las denominadas danzas en traje de luces. 

La huella del curandero o kallawaya estuvo presente como una figura independiente en danzas de zampoñas y tabla siku, siendo uno de los que confrontaba al personaje de la muerte en danzas como los sikumorenos evidenciando la sabiduría y resistencia andina ante enfermedades traídas por los occidentales desde épocas de la gran invasión española.  

Los personajes que representan a los ancestrales curanderos portan como principal accesorio un paraguas con el cual se cubrían de las torrenciales lluvias. 
La chuspa era donde llevaban sus medicinas y cabe mencionar que antiguamente portaban hierbas y plantas que llevaban en aguayos atados a la espalda, los cuales vendían a los mercaderes de poca monta en las ciudades donde el comercio era vital, la platería usada como las monedas, platos y las cucharas representaban las formas de cambio y algunos artículos con los que en ocasiones eran pagados sus honorarios en agradecimiento a los brebajes o hierbas que se les solicitaba o por haber asistido a algún enfermo.

La danza de la kallawaya en Puno lamentablemente está desapareciendo de la festividad a la virgen Candelaria, no sé si por desconocimiento de su contenido o simplemente por ser víctima de la dejadez de la juventud por revalorar lo suyo, lo cierto es que esta expresión constituye la huella dejada por los ancestros y los acontecimientos históricos sociales ocurridos en Puno y todo el altiplano a lo largo de la historia.

La nueva epidemia que hoy amenaza al Perú y al mundo trae a la mente los hechos ocurridos en aquellas épocas duras donde enfermedades letales de ese entonces azotaban nuestros pueblos y todo el altiplano.


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