LOS NEGRITOS DE TAQUILE, MENSAJEROS DE LA LLUVIA


Por. Fuster Alfredo.


(Publicado en LA PATRIA Diario digital del Sur del Perú 9 ABR 17)

La danza, los negritos de Taquile es una expresión ritual vinculada con los procesos agrícolas y climáticos, conformando una de las danzas más representativas de la isla de Taquile.

Esta danza suele bailarse principalmente el 2 de febrero en homenaje a la virgen Candelaria de Taquile, motivo por el cual no participa en el concurso de danzas autóctonas realizado cada año en el coloso de piedra, Enrique Torres Velón.

Para entender más sobre “los negritos de Taquile” escudriñemos en su pasado, un pasado que ha sido inspiración de muchos investigadores, siendo considerada una de las islas más importantes del lago Titicaca por su arte textil,  como patrimonio de la humanidad ante la UNESCO.

Grandes personajes como José Matos Mar, Xavier Bellenger y Rita Prochaska han realizado vastas investigaciones en la isla logrando descubrir misterios que los antepasados han mantenido en rituales y danzas que gracias a Dios todavía podemos apreciar.

Durante la época de la cultura Pukara, el esplendor del Tiahuanaco e incluso en la época del imperio Inca, se expandieron en los territorios del altiplano, en especial el lago Titicaca, los centros ceremoniales y lugares de culto a las deidades que propiciaban la lluvia y protegían los cultivos, estos lugares sagrados se encontraban en las diferentes islas ubicadas en el lago sobre todo en Taquile.

En esta isla, de nombre original Intiq’a; que quiere decir Luz de sol, se asentaron grupos de personas que estaban sumidas a la cultura Tiahuanaco, se realizaban ofrendas, ya sea para invocar a las lluvias o para agradecer a las divinidades por la maduración de sus cultivos.

Los rituales eran llevados a cabo después de la siembra, ante la ausencia de lluvias; rogando a los dioses por su pronta llegada.

Durante la festividad a la virgen Candelaria, en épocas de la pequeña maduración de los campos, donde se evidencian las flores de papa en las parcelas sembradas; se agradecía a la tierra por los frutos obtenidos, son estos rituales la clara muestra de reciprocidad de los pobladores de la isla Taquile con la tierra y sus divinidades.

Es preciso aclarar que la procedencia de las personas que viven en Taquile, según Matos Mar; se origina en la península de Capachica, lugar donde esta danza se practicaba en diferentes parcialidades con los mismos trasfondos rituales ligados a la Madre Tierra y a las lluvias. Su paso a la isla se produce por las prácticas rituales que se llevaban acabo en los santuarios de Mulusina, Q’uwanupata, Pukara y otros lugares sagrados, ubicados en Taquile. En estos lugares se encuentran los calvarios a las deidades que son motivo de veneración por el hombre altiplánico de esta zona desde tiempos Antiguos.

Los pobladores de Capachica que se asentaron en la isla trajeron esta expresión para insertarla como parte de sus prácticas rituales y formas de culto a la Madre Tierra, posterior a la colonia; el ritual se convierte en veneración a la virgen Candelaria como imagen femenina que representa a la pacha mama.

En la isla, esta danza es conocida también con el nombre  “los gallitos de Taquile” ya que, según versiones de los pobladores; esta expresión representaría el trabajo constante del gallo que escarba para encontrar su sustento. Se cree que si los gallitos bailan con entusiasmo y fuerza durante el año, todo irá bien (Felipe H.).

Esto hace notar que la danza de los Negritos o Gallitos está  relacionada con la productividad y la abundancia, no es casualidad que se baile incluso, durante la celebración de algún matrimonio dentro de la isla. Los gallitos danzan en las parcelas de la nueva pareja de recién casados, como augurándoles una vida de abundancia y productiva unión marital basada en el trabajo mutuo.

Según los pobladores, a esta danza se le llama “Negritos” debido al tiempo de incertidumbre y espera de lluvias (noviembre y diciembre), que  para los pobladores de la isla son los meses de “oscuridad”, después de la última  siembra (octubre), época que se extiende hasta los meses en que las lluvias llegan en beneficio de sus chacras.

La antropóloga Cecilia Granadino menciona que, cuando los meses de sequía se extienden, se denominan “meses de hambre”, suelen ser en los meses de noviembre, diciembre y hasta parte de enero (acontecimientos plasmados en la tradicional faja calendario), en estas fechas los pobladores suben a los santuarios Mulusina y Q’uwanupata para implorar a los dioses por la pronta llegada de lluvias, los cronistas han hecho referencia sobre estos rituales practicados desde épocas anteriores a los incas y así nos lo confirma el señor Felipe Huatta, poblador y ex autoridad de la isla.

Los rituales para atraer la lluvia incluían encerrar en una vasija u olla de barro alrededor de 30 ranas negras ofrendándolas al cerro Mulusina, se dice que el llanto de las ranas conmueve a los dioses quienes mandan lluvias para los sembrios en estos rituales se da la presencia de los “negritos” ya que son considerados personajes “cargados de lluvia”, por lo cual su presencia será propicia  para que caiga el recurso que necesitan las parcelas ya cultivadas.

Los negritos también danzan el día central en homenaje a la virgen Candelaria, bailan en las parcelas de los regidores y alferados para luego llegar a la plaza principal de la isla, ahí le bailan a la virgen, suelen danzar en círculos siguiendo a un guía, el mismo que hace paradas en cada altar colocado en los puntos establecidos dentro de la Plaza de Armas de Taquile.

Esta expresión podemos encontrarla con similares características en la isla Amantani, la isla Ticonata; en el distrito de Cohata y Capachica en el mes de febrero convirtiéndose en una danza que ha tenido trascendencia por sus contextos rituales y propiciatorios relacionados a la lluvia y la productividad de las chacras.

Sin duda, hablar sobre esta hermosa expresión y sobre la isla de Taquile es muy amplio, las influencias que tuvieron después de la colonia y posteriormente en la república, se evidencian sobre todo en su vestimenta.

Recordemos que en épocas de la república, la isla de Taquile fue una prisión política, albergando nada menos que al general Sánchez Cerro, motivo por el que, según los pobladores; el atuendo se parece mucho a los uniformes que usaba este personaje.

Luego de ser liberado, no olvidaría a la gente de Taquile, ayudando desde Lima a los pobladores a solucionar sus problemas legales, en el afán que tenían de liberarse de los hacendados, místis que vivían en Puno y les habían quitado sus tierras obligándoles a cumplir con un sistema de servidumbre impuesto desde la colonia llamado “watacho”; sistema parecido al pongueaje en el que tenían que ir semanalmente y sin pago alguno a las haciendas de los diferentes distritos para realizar actividades domésticas en el caso de las mujeres y agrícolas, para los varones.

En la danza, la música es ejecutada con pinquillos de diferentes cortes, toqoros y tambores, culminando con la kashwa o correteo que evidencia la alegría de los pobladores al ver florecer sus cultivos y asegurar sus cosechas.

Mucho que decir de esta hermosa danza taquileña.

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