A PROPÓSITO DE LA DIABLADA Y EL PERSONAJE DEL ARCÁNGEL MIGUEL.


La diablada es una de las danzas tan discutidas respecto a su paternidad entre Perú y Bolivia en las que se han enfrascado numerosas conversaciones; de ella se destaca el arcángel Miguel, protagonista junto al diablo en la llamada lucha entre el bien y el mal, de aquello ya han comentado a la saciedad investigadores, antropólogos, folkloristas y artistas puneños tales como Palao Berastain, Oscar Bueno, Casin Anco, Walter Rodríguez, Omar Aramayo, su momento Portugal Catacora, entre otros varios incluido este servidor; del otro lado de la frontera también llegan las posturas que sustentan con toda pasión el discutido origen de esta danza, que si nació en Oruro o en la Paz, que si en Perú nació al ritmo del sikumoreno y en Bolivia en bandas, y muchos argumentos que están siempre en mesa y son importantes ir delimitando en el camino a fin de dejar bien claro que la diablada y la danza de los diablos no es exclusivo ni de Perú ni de Bolivia ya que este personaje es producto mundial de la religión cristiana, así como en otras varias danzas de diablos la que conserva Puno tiene como cuna el tradicional Sikuris del barrio Mañazo; desde luego los vecinos dirán que la diablada de reciente data tocada con bandas es de Bolivia y que la forma de danzar al ritmo de las bandas de guerra son también creación de ellos.


Lo cierto es que referente al ritmo y melodías de las que se desprende la diablada en Bolivia, son ritmos que corresponden a marchas napoleónicas ejecutadas con instrumentos de bronce también conocidas como bandas de guerras tal y como lo aseveran algunos músicos en Bolivia señalando en un documental realizado por el músico Ariel Villason (Origen de la diablada en Bolivia) que en una película que retrata las épocas de las guerras en Francia se puede evidenciar un tema muy antiguo de esos ritmos convertidos y adaptados como composición más antigua de diablada en Bolivia, desde luego estas aseveraciones se pueden evidenciar en algunos videos donde participan músicos y folkloristas bolivianos que con todo derecho dan sus opiniones al respecto. 


Si analizamos el sustento de la melodía de la diablada boliviana inspirada y adaptada de las marchas napoleónicas significa que los bolivianos han aceptado abiertamente que su "folklore" es una mera construcción creada que tiene autor y fecha de creación por lo que está claro que no responde a constituir las leyes que el folklore requiere para ser considerada como tal, en Bolivia todo tiene nombre y apellido tal y como ellos mismos lo gritan a todo pulmón, entonces no puede ser considerada dentro del concepto folklore, si es así, las discusiones están demás, pues siendo Puno lugar que alberga más de setecientas danzas originarias y una danza de diablos que da origen a muchas otras en el altiplano, sería absurdo querer hacer entender al necio que la construcción del diablo del sikumoreno se remonta desde las épocas en que los indígenas representaron al diablo producto de las instrucciones que los religiosos les impartían, todo ello dado en Juli, además solo habría que determinar que antes de que las bandas militares lleguen al altiplano las danzas eran acompañadas con cañas o pinquillos, si la creación de la diablada al ritmo de una banda militar es el problema, pues es necesario señalar que la creación y construcción del diablo altiplánico y el origen que da como resultado aquella diablada nace en los sikumorenos.


Algunas otras teorías mencionan las tarantelas napolitanas como columna vertebral de la composición de las melodías de la diablada, así lo mencionó en su momento el maestro Guillermo Vasquez Cuentas; como sabemos los italianos tuvieron presencia en el Perú desde épocas del virreinato, personajes como Francisco Bolognesi hacen referencia de ellos siendo él nacido en tierra peruana pero de padre italiano y así como él otros que en años posteriores darían aportes importantes a nuestra historia y cultura tal como lo hizo el recordado Antonio Raymondi, quien fue un Italiano naturalizado peruano. En la época del presidente Manuel Pardo se dio impulso a la migración de Italianos al Perú es por ello que en Puno y Arequipa se pueden escuchar algunos apellidos italianos, los mismos que se dedicaron al negocio de transporte y la construcción de ferrocarriles, las melodías traídas por los italianos al altiplano se entremezclaron con el huayño dando como resultado las alegres composiciones que se dejaban oír sobre todo bajo la interpretación de estudiantinas donde curiosamente el acordeón cumple una funcionalidad importante en los huayños puneños. 


Se postula por algunos músicos que las tarantelas influyeron en la composición de los ritmos con los que hoy se ejecuta la diablada, como es de saber, los italianos también llegaron a Bolivia en un menor número y se asentaron en ese país por lo que no tendría nada de extraño que estos ritmos crucen fronteras y se compartan, después de todo es Italia la que aporta con este ritmo y sería absurdo que Bolivia o Perú reclame una tarantela como creación suya, además la música es universal y viaja cruzando fronteras, sino recordemos que cada año bandas de músicos bolivianos participan en la fiesta de la candelaria para tocar sus mejores temas trayendo consigo parte de su cultura, la misma que tiene interacción constante con la nuestra, no olvidemos que el altiplano se conformó por grandes culturas, las cuales se complementaban unas a otras en una constante reciprocidad, desde luego éstas eran ajenas a intereses políticos.


Hay algo que puntualizar, más allá que se baile con banda o sin ella se debe destacar que todo grupo humano se identifica entre sus composiciones; de ahí que nuestras bandas componen también productos que constituyen el flujo cultural que se extiende a lo largo y ancho del territorio, fortaleciendo la identidad de cada conjunto de diablada que existe en Puno donde se va consolidando año tras año en base a su tradición y organización.


La cuna de la danza de los diablos constituidas por Mañazo y Obrero, los conjuntos de sikumorenos más antiguos que datan de inicios del siglo XX y son evidencia tangible de la transición de la figura del diablo en el entendimiento del hombre altiplánico que danzaba libre y a sus anchas al compás de las zampoñas para luego resignificarse y trascender llegando a conformar tropas al ritmo de una banda de guerra. 


Aquello es más que suficiente para entender como el carnicero mañaseño; que postuló la figura del demonio por sus paganos rituales como lo menciona Palao Berastain; pudo no solo mantener aquella deidad, que en realidad representaba al espíritu del cerro, de las minas; el llamado anchanchu, sino también a varios personajes que se han individualizado de la danza con tabla sikus para integrarse a otras o ser los protagonistas de su propia danza. Muestra magnífica de nuestro legado cultural es que aquel diablo que hoy danza dando saltos y provocando miedo ve constituido su origen en una danza donde el rechiflar de las cañas anunciaban su presencia con atmósfera gris y de olor a tierra, misterio y ancestralidad.

 

Y claro, también está el arcángel Miguel, representado con un atuendo al estilo de un soldado romano con casco, pechera, escudo y espada; quizá inspirado a partir de los mitos griegos, muchos pueden ser los elementos del que se relaciona a este personaje, sin embargo aquello que evidencia el sincretismo con las concepciones del hombre aymara es nada menos que la espada, para algunos es la representación de una simple espada de fuego visto desde el entendimiento occidental, no obstante, es la representación de una de las divinidades más importantes y poderosas del panteón andino, Illapa, señor de los truenos y relámpago; aquel que envía al Amaru a la tierra en forma de rayo para anunciar precipitaciones, lluvias y fenómenos que azotaran al poblador altiplánico. 


La representación de Illapa en las manos de los españoles ya se dio a conocer con la aparición de Santiago Apóstol frente a los indígenas que asediaban en el Cusco a un grupo de españoles que se habían resignado a morir, ante aquella aparición de un hombre blanco barbudo montado a caballo y con una espada en la mano confundió a los naturales, que temerosos no osaron acercarse y se preguntaban ¿quién es el wiracocha que tiene la illapa en la mano?, aquella divinidad (Santiago Apóstol) era temida y su presencia respetada, por ello, en las fiestas de la mayor parte de los pueblos los castillos que se construyen se revientan a las 12 de la noche simulando el retronar de los relámpagos en el cielo altiplánico en pleno mes de lluvias. 


El Arcángel Miguel, quien guía la corte infernal de los diablos es aquel personaje que simboliza la fuerza y el poder divino de los dioses andinos trasmutados a un personaje propio de la religión cristiana y su espada representa nada menos que un rayo en sus manos.

Esta concepción de la obtención de poder asimilando al trueno y la constante lucha entre la luz y la oscuridad, el día y la noche, el hanaq y el Uku, el bien y el mal; es la constante relación que data desde los mitos que explican la vida de los primeros hombres en un mundo de oscuridad y caos hasta la llegada de la luz y el conocimiento. 


Observamos en danzas autóctonas el culto a Illapa que ha quedado como rezago en el hombre del campo y de forma inconsciente lo expresa en sus danzas y prácticas rituales imitando el tronar de los relámpagos que revientan en el cielo, replicándolo mediante sus coraguas, ondas o huaracas, para los pobladores de Macari por ejemplo es importante hacer tronar sus "suchis" mientras anuncian su entrada al pueblo, aquel acontecimiento denotará los elementos intrínsecos de la concepción de aquellos hombres y su vínculo con sus divinidades, en meses que curiosamente todos los artefactos que manipulan son una clara alusión a la petición de buenos tiempos para una fructífera cosecha y reproducción del ganado, del mismo modo danzas como las Kajchas, Canchis y wifalas, en determinado momento de la celebración retronarán sus huaracas y tendrán acciones espontáneas que los vincula con la invocación a las lluvias, a la pachamama y el culto al rayo.


Hay mucho por mencionar sobre la diablada y quizá cada persona o país tenga su postura, sin embargo como dice un dicho “cada quien tiene su demonio y sus propios pecados”, así es que hay diablo para rato.


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