CUERPOS VISIBLES Y DESPATRIARCALIZACIÓN

CUERPOS VISIBLES Y DESPATRIARCALIZACIÓN


Por. Fuster Alfredo.


Mucho se ha dicho de los trajes que portan las damas en las llamadas danzas de luces; morenadas, diabladas, tuntunas y caporales, siempre han estado en el ojo de la tormenta pues existe una crítica constante a la forma en que las féminas visten aquellas polleras que año tras año parecieran hacerse más cortas, exhibiendo el contorneado cuerpo que danza con sensualidad, coquetería y elegancia exhibiendo sus atuendos de pedrería y lentejuelas. 

Personajes como la china morena y la cholita en la danza del caporal son quienes más polémicas generan, sobre todo en sectores conservadores que las miran como parte de aquello que complementa el desenfreno de  la fiesta siendo motivo de comentarios a media lengua de parte de otras mujeres que ven de soslayo y con desagrado las polleras que usan las danzantes, las cuales van muy por encima de la rodilla en una posición donde no dejan mucho a la imaginación más aun cuando debajo sólo acompaña una calzoneta o incluso prendas más diminutas. 

Este fenómeno también se repite en otras danzas fuera del sector altiplanico, en Ayacucho durante el carnaval algunas comparsas de mujeres elevan sus faldas con actitud desafiante y jocosa. 

La mujer andina y altiplanica viste de forma tan ligera solo en épocas de carnaval donde la fiesta posterga el recato, más aun en pleno florecimiento de la tierra personificandose en la figura de las féminas que danzan estímuladas por la fertilidad y sensibilidad de la pacha mama.

Hablar sobre la exhibición corpórea femenina en las danzas es remontarnos a la historia en épocas donde las doctrinas religiosas judeocristianas culparon al cuerpo de la mujer de instigar y propiciar el pensamiento impuro, siendo un instrumento que simbolizaba la lujuria en carne y hueso propiciando los más escondidos y oscuros deseos de los atormentados hombres quienes lo señalaron de pecaminoso con el afán de evadir la responsabilidad de su propia conducta moral. 

El sistema patriarcal; a través de la historia; sometió el cuerpo de las mujeres, tratando de invisibilizarlo obligándolas a taparse o esconderse bajo vestidos largos y velos que la cubrían de forma total o parcial, un ejemplo claro se puede apreciar en la mujer musulmana, quien es sometida a vestir completamente cubierta.

Para mujeres dedicadas en cuerpo y alma a la religión es requisito fundamental cubrirse en pro de la castidad y la búsqueda por alcanzar la pureza  y divinidad no solo del cuerpo sino del alma asumiendo con satisfacción ese suplicio y tormento habiendo sido adoctrinadas para anular el ejercicio de su propia sexualidad, aceptando y naturalizando así el poder que las  controla. 

Con el paso del tiempo esos cuerpos sometidos se han transformado en campos políticos, pues de este emerge una interrelación de poder con el sexo opuesto en busca de su independencia y resignificación social, no sólo en el aspecto laboral sino también en el familiar desde el replanteamiento del rol original que le fue asignado dentro del hogar, pasando de ser históricamente patriarcalizados y controlados, a ser independientes y libres de poder mostrarse, exhibirse y capitalizarse. 

El cuerpo femenino en las danzas llamadas en traje de luces y en otras expresiones danzarias reflejan la libertad y poder de aquellas mujeres que tienen control sobre sí, concibiendo también su cuerpo como instrumento de protesta hacia ese pasado patriarcal que la sometió a esconderse y cubrirse, ahora emerge como símbolo de poder y liberación de aquellos prejuicios que  paradójicamente provienen con mayor rigor de otras mujeres que sintonizan mejor con aqurllas normas y parámetros.

Las danzas en traje de luces permiten espacios donde las integrantes de cada conjunto tiene posibilidad de interactuar de forma independiente, solventando sus propias necesidades, además de organizarse y plantear propuestas o críticas que le permitan no sólo expresarse sino también adquirir capital simbólico, desenvolverse políticamente a la par de disfrutar del hecho de saberse bellas, sin embargo todo este control de si mismas cae en conflicto  y resulta paradójico pues los estándares de belleza son dados desde la mirada y opinión del sexo opuesto y de los sistemas patriarcalistas que están en un eterno enfrentamiento entre géneros, situación donde uno oprime y el otro siempre buscará liberarse, mientras uno vigila y ejerce mecanismos que se implantan en el sexo opuesto la otra parte asume y naturaliza una autodisciplina que las convierte en "cuerpos dóciles" como lo diría  Foucauld en su famosa obra “Vigilar y Castigar" manteniendose siempre acorde a los estándares y prototipos que la sociedad exige, sin darse cuenta que es su opresor quien coloca las reglas de juego, las que son conscientes de ello intentan hacer de sus cuerpos herramientas protestantes que irán en busca de verdadera libertad y protagonismo visible a los ojos de una sociedad prejuiciosa y mezquinamente cucufata.

Las danzas donde el cuerpo femenino se exhibe total o parcialmente cumplen con transmitir este permanente conflicto dentro de los grupos sociales donde la lucha entre géneros será siempre constante.

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Foto: 

-YURI MAYDANA (Fotografía & diseño)

- EXPRESIONES.

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