LIMA, LA CAPITAL DE LA SANGRE PROVINCIANA.

 

Hoy 18 de enero del 2023, aniversario de Lima, denominada la ciudad de "los reyes",  asisten a este magno evento los herederos de nuestros antepasados, nuestros hermanos Waris, asháninkas, Chancas, quechuas, aymaras, etc., llegan a la capital de la República para disfrutar el banquete donde el plato fuerte es la victoria, aquella que se hace esperar pero finalmente se sirve en su punto.

Hoy, habrá que recordarles a aquellos que se aferran al poder que es del pueblo de donde este emana y viéndolo secuestrado es el pueblo quien lo recupera. Ya escribía José María Arguedas, de manera premonitoria en su canto a Túpac Amaru donde se lee:

"...Al inmenso pueblo de los señores hemos llegado y lo estamos removiendo. Con nuestro corazón lo alcanzamos, lo penetramos; con nuestro regocijo no extinguido, con la relampagueante alegría del hombre sufriente que tiene el poder de todos los cielos, con nuestros himnos antiguos y nuevos, lo estamos envolviendo. Hemos de lavar algo las culpas por siglos sedimentadas en esta cabeza corrompida de los falsos wiraqochas, con lágrimas, amor o fuego. ¡Con lo que sea! Somos miles de millares, aquí, ahora..."

La capital del Perú dejó de ser, desde hace muchísimo tiempo, aquella ciudad de españoles, aquella ciudad que muchos de los cucufatos se resisten a entender, la explosión demográfica y la desigualdad produjo la migración del campo a la ciudad, asinando a los pobladores en busca de oportunidad a las faldas de los cerros creándose así los llamados conos, la gente provinciana que llegó a la capital fue el resultado de la pésima conciencia de los gobernantes, la corrupción, la falta de equidad y en suma el hecho de creer que sólo Lima era el Perú; concepto que hasta hoy está presente en ciertos sectores de poder.

Alfredo Bryce Echenique (La capital y el caoz) señalaba que a mediados del digo XX Lima es el Perú no sólo por su centralismo sino porque aquellos limeños oriundos han sido reducidos a un porcentaje minoritario, los sectores pudientes que viven en espacios donde tratan de no mezclarse producto del pánico racial en el que se mantienen, mientras que los que sobreviven en Lima la han peruanizado convirtiendola en caótica y peruanizada pero peruana al fin y al cabo.

Las palabra de Bryce Echenique llaman a la reflexión de lo que él señala como una ciudad "caótica", lo cual es producto de la indiferencia de sus gobernantes, sin embargo aquella ciudad desordenada con ambulantes por doquier, cómicos en plazas, carretas, agachaditos, la tía veneno, el ceviche en bolsa, el desayuno de quinua y el pan con tamal, la papita con huevo, etc., es la fuerza que empuja el carro de una economía que se resiste a declinar, como lo dijera el vocalista de los Mojarras, el popular Cachuca "son esos pistones, llamados Perú".

¿Acaso no es en esta ciudad de migrantes donde un afamado Gastón Acurio ha podido señalar la diversidad del Perú gastronómico en diferentes puestos, locales y carretas ubicadas  en esquinas, restaurantes y huariques?

Es en esta Lima de provincianos donde nace la chicha de los Shapis, la cumbia peruana y costumbres resignificadas de nuestros pueblos que hoy son el folklore de la capital, aquí en esta ciudad se juntan las yunsas y polladas, las fiestas patronales y los carnavales, los juanes y las pandilladas, elementos culturales que hoy se urbanizan y le dan identidad al nuevo limeño, aquel que desciende de padres provincianos. 

La migración posterior a las de mediados de siglo tendrá lugar por la aparición del terrorismo en el Perú profundo, épocas donde se infringió, desde grupos armados  y también desde el mismo estado, el terror, estando siempre en el centro el pueblo, víctima de una guerra donde se derramó mucha sangre inocente, pero aquellos acontecimientos parecieran hoy olvidados y por el contrario tergiversado por políticos que sueltos de huesos califican de "terrucos" a nuestros hermanos, no quieren reconocer ni recordar que el mismo pueblo tomó las armas para defender la patria de ideologías extremistas como la de Sendero Luminoso, el pueblo derramó su sangre y dio su vida enfrentando a ese enemigo.

Pareciera que esa parte de la historia fue borrada del cerebro de los Montoyas, las Chirinos y demás personajes circenses, hoy llamados "padres de la patria".

De espaldas a la realidad se le niega la entrada a nuestros hermanos a esta Lima que cree estar en una burbuja, tan indiferente, ingrata y racista, la misma que albergan grupos de poder reducidos pero que se niegan en reconocer el pedido de las grandes mayorías y por el contrario los tildan de terroristas, adjetivo que han enquistado en muchos alimeñados, que olvidaron sus raíces y repiten cual borregos en defensa de sus amos y señores, patrones de los que reciben un pequeño salario por demás abusivo.

En la capital existen sectores a los que se les ha desarraigado de esa identidad mixta con la que convive a diario, invisibilizando sus raíces y dejándose alienar por prototipos impuestos desde los mecanismos y herramientas de control, por los grupos de poder a quienes les conviene en mucho que diariamente 2 de cada 5 peruanos prefiera alejarse lo más que se pueda de algún vínculo provinciano que tenga. 

A pesar de esta realidad, el pueblo a llegado a la capital.

Llegan en carbanas producto del apoyo popular y el principio de reciprocidad de un pueblo unido que es un solo puño.

Llega aquel camioncito,  obra del maestro Alcides Catacora Pinazo, que con genialidad plasma en su acuarela la esperanza y dignidad de un Perú profundo que exije justicia en esta ciudad capital llamada Lima.