DANZAS DE HILANDEROS EN PUNO Y EL ARTE TEXTIL.






Por: Alfredo Fuster Rios.

Una de las actividades más importantes que el poblador altiplánico a desarrollado a lo largo de su historia es la textilería, empleando la fibra de  camélidos (vicuñas, alpacas, llamas), sin duda estas fibras han sido insumo necesario para que puedan elaborar los vestidos y principal indumentaria, además de su empleo en diferentes momentos de su vida cotidiana (proceso agrícola, ritual, actividad de caza, de pastoreo, etc). 

Durante la época Incaica las mujeres del sector Colla, asimilado al imperio, tejían con gran dedicación las indumentarias del soberano emperador. Elaboraban con suma dedicación los Tocapus que usaba el Inca principalmente para la gran fiesta del Sol; aquellas encargadas para dicho trabajo eran un grupo selecto de mujeres vírgenes elegidas y llevadas a sectores apartados desde muy temprana edad donde aprendían diferentes labores, ellas conformaban el grupo de concubinas siendo su presencia y labor un eje fundamental para el imperio, algunas eran sacrificadas para acompañar al hijo del sol a la supremacía de la vida después de la muerte.

A la llegada de los españoles y con la conquista, se adaptaron nuevas formas de vestir, ese proceso generó estilos diversos en el uso de la vestimenta en los indígenas, los cuales estaban obligados a cambiar sus atuendos por otros que sean de procedencia española, sin embargo nunca se perdió la tradición de tejer con telar de suelo o de cintura; las mujeres del altiplano (y de toda la zona andina) seguían realizando su labor textil como parte de su actividad cotidiana aquella que han mantenido hasta nuestros días a pesar que los españoles y sobre todo los religiosos que llegaron a esta parte del mundo veían en las obras elaboradas imágenes y símbolos que juzgaban como herejes.

Fueron muchos los tejidos destruidos o quemados durante la extirpación de idolatrías, muchos otros enviados a España.
A pesar de todo, la mujer altiplánica jamás dejó su actividad, mucho menos olvidó las técnicas aprendidas; según el mito que narra el inca Garcilaso de la Vega fue la pareja de hermanos hijos del sol que salieron del Titicaca los que enseñaron a sembrar, cocinar sus alimentos y confeccionar sus propios aguayos y atuendos a los habitantes del altiplano, en una etapa donde vivían en desorden.

Las evidencias dejadas a lo largo de la historia sobre la herencia de las antiguas técnicas de tejido en Puno podemos observarlas por ejemplo en la isla de Taquile que constituye a la mayor población dedicada en cuerpo y alma a esta actividad, al visitarla se puede observar que son los varones quienes tejen con palitos y las mujeres con telar de suelo, emplean diferentes técnicas para hilar la fibra de los camelidos o de la oveja colocando un extremo entre los dedo del pie y realizando el hilado y rehilado con las manos y también empleando la rueca. 

En esta parte del altiplano se suelen elaborar los famosos "Mama Chumpis" empleando el cabello de la mujer el cual simboliza el compromiso perpetuo entre la pareja de recién casados en la isla de Taquile, pero a decir de esta indumentaria también pude observarla en sectores como Capalla (zona aymara) donde las abuelas de la danza llipi pulis "Choquelas" emplean un "Mama Chumpi" que es elaborado con las mismas medidas y grosor que el usado en Taquile, lo que nos hace pensar que este tipo de técnicas habrían viajado desde el sector aymara hacia algunos sectores quechuas como parte de las influencias que existe entre ambas zonas producto del comercio que anteriormente se constituía en un sistema llamado "trueque" el cual procede desde tiempos antiguos.

La historia y la cultura altiplanica nos a dejado evidencia de esta actividad textil a manera de expresiones danzarias, así tenemos una que antecede a la famosa danza de la Kullawa (danza de hilanderos), nos referimos al Suni Kullawa, la zona “Suni” es el sector más alto de donde procede esta danza, en la provincia de Moho, es bailada principalmente en el centro poblado de Sullca (Moho), sin embargo también lo ejecutan en Conima, Tilali y en algunos sectores de Huancane.

La danza del Suni Kullawa representa las fases de la elaboración del hilo, empleando la fibra y torciéndola, superponiéndola en el instrumento que servirá para hilar hasta crear una hebra, el cual se amarra a la punta del hilador y se va procediendo con la torsión de manera continua; para colocar la hebra torcida se emplea la “Puchka” también llamada “Rueca” con la que se realizará el hilado y el rehilado de la fibra del animal (camélido) o la lana de oveja (traída por los españoles).

Los danzantes portan los instrumentos con los que tejen, estos son: los telares de piso, los cuales portan en la espalda (ocasionalmente) y el hueso de la pata trasera de la llama, que les sirve para separar los hilos que se colocan en los telares para empezar a entrelazarlos unos a otros produciendo el diseño del tejido. 

Una característica del varón es recubrirse el rostro y la cabeza con un pasamontañas de colores, el cual le permite adquirir una personalidad ritualizada en el contexto cosmológico en el que se asienta su devenir cotidiano, la máscara permite la construcción de una identidad que extrae al sujeto y lo convierte en instrumento de interpretación, una especie de mensajero de lo que el alma y su conciencia obedecen teniendo como elemento conductor la ejecución de la danza que le fue heredada por sus padres o abuelos el cual expresan de forma natural. 

Sin duda la danza de la Kullawa y diversas versiones que vemos actualmente que también ejecutan en Bolivia es parte de esa actividad cultural desarrollada por los hombres y mujeres aymaras y quechuas a lo largo del altiplano hoy dividido por una frontera política.

Hay mucho por compartir al respecto pero será para una próxima oportunidad.

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