LA HUELLA AFRICANA EN LAS DANZAS DEL ALTIPLANO PUNEÑO.











Por. Alfredo Fuster

La presencia negra en el altiplano a quedado grabado en el subconciente de los pobladores indígenas, manifestando esa presencia en las vitrinas que exhiben la historia de los pueblos mediante el uso de una herramienta natural que tiene el hombre, aquella que llamamos danza.

Desde la llegada del primer esclavo negro traído por Pizarro y Almagro a su paso por el nuevo continente, la evidencia de la cultura afrodescendiente ha estado presente en la historia, desde épocas de la conquista hasta la actualidad donde el aporte negro constituye una importante pieza en la que también se respalda nuestra cultura y se construye nuestra identidad.

Algunos eventos históricos que se destacan es el proceso de extracción de la plata en las minas del altiplano, trabajo al que fueron confinados los recién llegados esclavos junto a los indigenas a quienes se les obligaba a cumplir con este sistema llamado mita, negro e indígena eran agrilletados del tobillo y bajo la luz de una vela de grasa de cerdo eran confinados a trabajos en condiciones infrahumanas.

La estrategia empleada por los conquistadores para mejorar la producción de plata mediante el uso de la mano de obra mandinga no prosperó, la alta taza de bajas de esclavos negros hizo que se les reasigne a los campos, en la costa o zonas cálidas, cumpliendo nuevos roles como parte de la servidumbre de los españoles en las haciendas. 
Los esclavos que lograron escapar fueron llamados cimarrones, estos se asentaron en la yunga del hoy país llamado Bolivia, mientras que los que fracasaban en su intento por lo general eran mutilados o castigados muy severamente. 

La presencia de estos negros en diferentes momentos del proceso histórico a pasado desapercibido o simplemente no a sido considerado por aquellos que escribieron la historia, muchos de los decendientes de los primeros esclavos llegados a tierras altiplanicas estuvieron presentes en las luchas previas a la independencia y otros acontecimientos más que han sido visibilizados a partir de la revalorización de la participación africana en la historia de América y en el caso nuestro del Perú, como por ejemplo los citiamientos tupacamaristas que se llevaron a cabo a lo largo y ancho de la zona sur y el altiplano, su presencia en las etapas de la Confederación peruano boliviana, las campañas independentistas, la guerra con Chile, la vida republicana, etc., han quedado en la memoria del indígena con quien en muchos de estos momentos históricos luchó siendo del mismo bando o del bando contrario.

Los aportes afrodescendientes fueron objetos de un procesos que hizo invisible su participación en la historia, los grupos de poder mestizos y criollos los excluyeron de la construcción de su historia e identidad como república independiente,tal como lo hicieran con las mujeres e indígenas.

Los grupos de negros fueron agrupados en lugares específicos, generalmente alejados de los centros de las grandes ciudades, los descendientes de los primeros esclavos interactuaron con la población mestiza en el altiplano, perdiendo en el tiempo su linea genética al relacionarse con poblaciones mestizas, criollas o indigenas.

La población de mineros entre españoles, criollos, mestizos y algunos decendientes de negros que servían a los andaluces o bascongados, fueron llevados desde la destruida San Luis de Alva, por el Conde de Lemos, hacia Puñuy Pampa, no olvidemos que los mulatos, sambos producto del cruce entre razas eran personas que no gozaban de libertad, con el paso del tiempo veremos que incluso se instauraria el sistema del pongueaje o watasho sobre todo a la población indígena tal como lo menciona Matos Mar, en ellos también estarían incluidos los afrodecendientes.

La evidencia de los morenos en el altiplano es representada en danzas de zampoñas interpretadas por los decendientes mineros productos de la mezcla entre indigena y mestizo, mulato e indigena o chino e indigena, etc (sistema de casta colonial) siendo el resultado de la nueva decendencia, en estas representaciones danzarias unos ejecutaban el siku mientras otros bailaban al son de matracas, recordando las penurias que vivieron junto a personas que no eran del mismo color de piel y siendo testigos del sufrimiento que pasaron debido a las condiciones climáticas y la altura. Cabe resaltar que se introduce la matraca como parte de la danza en un claro remedo de su uso original, esta era empleada para llamar a misa en las iglesias españolas de la época medieval durante la semana santa.

Los grupos de negros que fueron buscando mejores lugares donde vivir, llegaron hasta la zona Yunga boliviana donde existen poblaciones de negros que han asimilado características de la cultura aymara combinándolas con sus recuerdos culturales traídos desde África y transmitido por sus padres o abuelos esclavos en las épocas de esclavitud.

En Puno, son muchas las danzas de poblaciones indígenas tanto de la zona aymara y quechua que expresan en danzas aquella convivencia con los negros en diferentes etapas de la historia. Prueba de ellos son danzas y figuras que evidencian su presencia como: negritos de Ccacca, negritos de pascuas en la fiesta de las cruces, negritos de la candelaria, negritos de Capachica, negritos de Taquile, negritos de Ticonata, negritos de Chucuito, tundiques de Yunguyo, negritos tundiques de Conima, negritos arrieros o negritos muleros quienes aparecen en fotos antiguas como parte de la danza de siku Moreno, recordando que en el virreinato del Río de la Plata muchos mulatos y sambos cumplían con oficios como arrieros, acompañando a los comerciantes a lo largo de los caminos hasta llegar a las ferias o katus importantes en aquellos años, tales como mañazo (Palao B),  la danza de los morenos, sikumorenos, pusa morenos, etc.
Expresiones en su mayoría satíricas que rememoran etapas de la historia donde el pueblo hace visible la huella mandinga en el altiplano

El aporte africano y su descendencia no es exclusividad de un territorio o alguna postura política, tanto el indígena como el africano han aportado al mundo con una cultura que se refleja en sus expresiones danzarias y ello se ha repetido por sus herederos a lo largo de la historia, desde luego tanto las danzas como sátira también encierran contenidos rituales o relacionados a la cosmovisión indígena, de ahí que en las danzas como negritos en las islas de Taquile, Amantani o Ticonata se ejecuten bajo construcciones corporales que refieren al gallo, quien a su vez evidencia elementos simbólicos que relacionan la danza y los símbolos iconográficos de su vestimenta con los procesos agrícolas (Bellenger Xavier, Prochaska Rita), entendemos que la condición polisémica en las danzas originarias pueden permitir que ésta asuma diversos contenidos y significados que estén influenciados por elementos que son significativos para la sociedad a través de la historia (Bueno Ramírez).

Es en este sentido que los pueblos van creando o resignificando sus expresiones inspiradas en lo que su aprendizaje oral ha trasmitido. 
Por tal motivo danzas de negros, negritos, negrerias, cuadrillas, morenos, sambos, tundiques, etc. habrán a lo largo y ancho de lugares donde la cultura afrodescendiente ha dejado huella en el subconciente del poblador aymara y quechua quienes a su vez recrearán expresiones que cuenten sobre recuerdo dejado para la historia y el mundo, donde las pseudo paternidades, facturas y mesquindades salen sobrando.

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